Límites
noviembre 10, 2021
Muchas veces, las personas queremos cambiar, pero no queremos cruzar nuestros propios límites.
El movimiento, la danza, el cuerpo en acción, es un territorio salvaje, más allá de lo conocido, es un territorio por explorar, cada vez que te adentras en él, no puedes prever lo que te vas a encontrar en el acontecimiento,
es entrar en lo desconocido, cruzar el límite en el que un cartel secreto anuncia «cuidado, más allá hay monstruos».
Me encuentro a veces con personas que vienen a las clases de danza y disfrutan mucho bailar, jugar con sus cuerpos, moverse al son de la música y sudar… sólo que también a veces, ya sea por inocencia o por negación profunda, rechazan enfrentarse a aquellos desafíos que el movimiento, en su naturaleza imprevista e indomable trae. Esto acontece cuando experimentas que el movimiento es VERDAD, que la danza es su íntima naturaleza es luz y es sombra, es ARTE y como tal, es libre, y no hace concesiones, así que tarde o temprano te va a poner de frente a aquellos bloqueos, aquellos lugares oscuros de nuestro ser que no permitimos que asomen la cabeza en nuestra controlada y ordenada vida cotidiana.
En realidad, no es que el movimiento produce monstruos, es más bien que el movimiento, libera los monstruos que nos habitan y que tenemos, normalmente, bien amarrados y enjaulados. Nos muestra nuestro miedo al dolor, nuestra inseguridad, nuestro miedo al ridículo, el miedo a la muerte, nuestras atracciones y rechazos, amores y odios… la danza nos despoja de la máscara y nos encontramos frente a frente con la multiplicidad, la totalidad que somos, en cueros. Y esto nos aterra, nos da miedo mostrarnos, entonces, queremos escapar. «Esto no es para mi», solemos decirnos para así darnos la licencia de plantarnos y negarnos a fluir con aquello que va apareciendo en el camino de la danza.
¿Y si nos damos la oportunidad de danzar nuestros límites, de hacer un voto de confianza y entregarnos al flujo de movimiento para visitar y atravesar cualquier paisaje que emerja? ¿para transformarnos?
Nos daremos cuenta que al otro lado del miedo, está la más esperada joya que nuestra alma ansía.